¿Qué es el hombre?
Al ver el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies. (Salmo 8)
Al preguntarnos sobre lo que es el hombre debemos tomar en cuenta que ésta es una pregunta existencial, es decir, que implica un compromiso de parte de cada uno de nosotros. Frente a la respuesta que demos, debemos tomar postura, tiene implicaciones en nuestra vida, en la conciencia que tenemos de nosotros mismos, de los demás, de las cosas e incluso de nuestra relación con Dios.
No es una pregunta banal u ociosa, es un interrogante al que todos respondemos con mayor o menor conciencia, de una forma más o menos elaborada y que podemos reconocer en la manera como actuamos o nos movemos en la vida.
¿Quién soy yo? ¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿Porqué existo? ¿Verdaderamente he sido creado por otro? ¿Soy fruto del azar y las circunstancias? ¿Existe un plan para mi vida? ¿Soy el protagonista de mi destino? ¿Vivo a merced de los caprichos de los dioses modernos? ¿Para qué estudio, trabajo, me esfuerzo? ¿Qué puedo esperar del futuro? ¿Porqué tengo deseos infinitos que no puedo saciar? ¿Me conformo con lo que la vida me ofrece?
Para responder adecuadamente a estas preguntas no bastan teorías o un buenos discursos. La vida no se resuelve con palabras o ideas brillantes sino con hechos. De igual manera la pregunta sobre lo que yo soy, sobre lo que es el hombre, no surge por una mera abstracción, nace de la vida, de las mil circunstancias de las que están llenos nuestros días, de las situaciones y relaciones que afrontamos a cada momento. Estas preguntas surgen de la vida misma en la medida en que estamos atentos a nuestra propia existencia. Si vivimos distraídos de nosotros mismos o subyugados por la mentalidad dominante, estas preguntas se ven como "filosofía" o "sinsentidos inútiles e infructuosos" que no aportan soluciones reales, que no procuran beneficios. Por ello para responder a la pregunta primero hay que plantearla y si ésta no nace de nosotros, la respuesta carece de interés.
En el poema "Canto nocturno de un pastor errante", Leopardi, dice: "Nace al dolor el hombre / y es peligro de muerte el nacimiento. / Prueba tormento y pena / desde que abre los ojos, y sus padres / comienzan a enseñarle / a consolarse por haber nacido. /" Y termina diciendo: "Tal vez si alas tuviese / para ir hasta las nubes / y contar una a una las estrellas, / o como el trueno errar de cumbre en cumbre, / sería más feliz, dulce rebaño, / sería más feliz, cándida luna. / O tal vez desvaría / mi mente cuando piensa en otra suerte: / tal vez en toda forma / en todo estado, ya en cubil o cuna / es funesto a quien nace el nacimiento. /
El interrogante sobre nuestro destino, sobre nuestra vida, nace de la propia vida, de las circunstancias cotidianas. Nuestra existencia toda es un intento de respuesta, es una carrera por alcanzarla, este interrogante hecho deseo, anhelo de vida, exigencia de plenitud nos mantiene siempre andando, buscando, curiosos, sorprendidos por la maravilla de nuestra existencia.
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