El Sentido Religioso

Esta obra  de Don Luigi Giussani, desafía a la razón y provoca en el lector un esfuerzo para plantearse y responder a los interrogantes sobre el significado de la propia existencia.

Tres premisas para realizar un verdadero recorrido humano. Los primeros tres capítulos presentan las tres premisas a tomar en cuenta para realizar un trabajo verdadero sobre la cuestión. El realismo, se propone como la actitud intelectual opuesta al "racionalismo" que privilegia las "teorías" sobre la contundencia de la realidad. La razonabilidad, esto es, la exigencia de significado y buen sentido de la inteligencia humana en el proceso del conocimiento. La importancia de la moralidad en la dinámica del conocimiento, aguda observación psicológica sobre la necesidad de la honestidad intelectual frente a los hechos.

La propia experiencia como punto de partida. El capítulo cuarto indica el punto de partida,  la propia experiencia, mirar al yo en acción para descubrir en nosotros esta exigencia de significado. Nos previene de la reducción materialista que supone que solo podemos conocer lo que se capta por medio de los sentidos, dejando fuera realidades como los sentimientos, las emociones, el amor.



El sentido religioso representa el culmen de la razón. En el quinto capítulo aborda la naturaleza del Sentido Religioso como exigencia de significado utilizando la razón según la totalidad de sus factores. Aquí nos avisa de la inmensa desproporción que existe entre esta exigencia de significado con nuestra capacidad de respuesta. Esta misma desproporción y exigencia de significado total son la característica más humana, la que más nos define y nos distingue de los demás seres de la naturaleza. Renunciar a esta pregunta supondría renunciar a nuestra humanidad.



La sinrazón de la razón, la negación de sus exigencias, es decir, la irreligiosidad. Los capítulos sexto y séptimo nos ponen en guardia frente a las posturas irrazonables frente al interrogante último: vaciar y reducir la pregunta sobre el interrogante último:  la negación teórica de las preguntas, es decir, negarlas en base a una ideología, como carentes de sentido; la sustitución de la pregunta dejándonos llevar por un frenesí de actividad o activismo y la negación práctica de las preguntas últimas que es la actitud más difundida, viviendo distraídos, dejándonos llevar por la opinión común. La segunda postura, reducir la pregunta, se manifiesta, como sustitución estética o sentimental. No  niega la importancia de la pregunta, pero se reduce a sentimentalismo o emotividad. Otra modalidad de reducir la pregunta es la negación desesperada, que consiste en no negar la pregunta y frente a la imposibilidad de responderla en su totalidad, se adopta una actitud desesperada, de sin sentido, de absurdo ante la vida. Finalmente, la tercera modalidad, supone una alienación, esto es, dejarse dominar por la mentalidad común, aceptando sin juicio las posturas que la mentalidad común nos propone respecto del significado de la existencia, de nuestra existencia.


Los frutos de la irreligiosidad. Las consecuencias de estas posturas son abordadas en el capítulo octavo. La ruptura con el pasado, la incomunicabilidad y soledad y la pérdida de la libertad son consecuencia de vaciar o reducir la pregunta. La persona vive sola, aislada, sin vínculos que la unan a su pasado a una tradición cultural, social, política. Y todo esto hace de la persona fácil presa de la manipulación del poder dominante, evitando que se realice en libertad.

El capítulo noveno puntualiza las dificultades que para el desarrollo del Sentido Religioso representan la ideología, el prejuicio y la racionalidad. Todas posturas comunes en la persona que privilegian de manera parcial un punto de la realidad o acentúan un aspecto en demérito de la totalidad.


Inicio e itinerario del camino religioso. El capítulo décimo, el capital, aborda el tema de cómo se despiertan las preguntas últimas y describe el itinerario del sentido religioso. Es de la razón, como capacidad de tomar conciencia de la realidad, donde inicia el itinerario del Sentido Religioso. El estupor que provoca la realidad, por la presencia del Ser que manifiesta son el primer paso en este recorrido de la razón. La conciencia del cosmos, la realidad ordenada, y de la providencia, como las leyes que lo rigen, hacen que tomemos conciencia de nuestro yo dependiente, esto es, la primera y vital evidencia de que el ser no nos lo damos a nosotros mismos, sino que nos es dado. Esta conciencia primaria y original es la expresión más acabada del Sentido Religioso que deberá profundizarse y realizarse durante toda nuestra existencia.


El conocimiento más profundo de la realidad. Llegados a este punto, se descubre, en el capítulo undécimo, que la realidad es signo, esto es, manifestación de la existencia de otra cosa. En esta búsqueda el yo reconoce que toda la realidad lleva inscrito algo más que debe ser interpretado, como se nos muestra en el capítulo duodécimo. Esta interpretación de la "Realidad detrás de la realidad" es la aventura de la interpretación. En este punto llegamos al clímax de la lectura pues en los capítulos décimo tercero a decimo quinto se nos proponen los corolarios de lo expuesto. 


Este recorrido solo encuentra respuesta si se pone en juego la libertad, sin el compromiso del yo no es posible encontrar respuesta al interrogante último. Y llegados a este punto se abre ante nosotros todo el ímpetu y grandeza de la razón que se lanza a lo desconocido, al Misterio que subyace en toda la realidad como explicación de significado último y total. Y llegados a este punto no nos queda más que abrirnos a la hipótesis de que este significado, de que el conocimiento del Misterio que no podemos alcanzar con nuestra sola capacidad, se nos revele, que el Misterio sea quien nos responda. Y en esta actitud de escucha se juega toda nuestra existencia y su realización y felicidad.


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