Ideología y reformas constitucionales

La ideología es una construcción teórico-práctica desarrollada sobre la base de un prejuicio. Más precisamente, es una construcción teórico-práctica basada en un aspecto de la realidad que puede ser verdadero, pero que es tomado de algún modo unilateralmente y tendencialmente absolutizado por una filosofía o un proyecto político. La ideología está construida sobre algún punto de partida que ofrece realmente la experiencia, de modo que ésta misma se toma como pretexto para una operación determinada por preocupaciones extrañas a ella o desorbitadas. (L Giussani, El Sentido Religioso, Capítulo IX).

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Simulacro (eleconomista.com.mx)

Es indudable que nuestro país, nuestro querido México, está sufriendo. Sufre por la violencia desatada en Culiacán, Guerrero, Chiapas y tantos lugares más, contando ya con casi 200 mil muertos y 60 mil desaparecidos en lo que va del sexenio. Sufren los çasi 20 millones de personas que viven en pobreza extrema. Sufren las madres buscadoras, los padres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, los niños con cáncer que se quedaron sin medicinas y atención médica, los casi un millón de alumnos de educación básica que no abandonaron la escuela. 

En fin, podríamos seguir con la lista, pero el punto es saber si ese sufrimiento es inevitable o evitable, si es fruto de las políticas gubernamentales o es responsabilidad de cada persona, si es consecuencia de agentes externos o internos, si es provocado adrede o es daño colateral, si puede acabarse en algún momento o quienes lo padecen tienen que resignarse a vivir con ello hasta que la buena suerte o el buen gobierno o algo los saque de esas circunstancias que provocan sufrimiento, muerte, pobreza, polarización, odio, pereza, falta de ánimo, desaliento.

Pero existe otro México. El de quienes viven en la parte de arriba de la pirámide. Tienen ingresos suficientes y constantes que les permiten aspirar a mejores condiciones de vida, que pueden darse el lujo de comer en restaurantes, ir de vacaciones incluso al extranjero, que piensan que todo es cuestión de "echarle ganas y ver pa delante", de aprovechar las oportunidades que se abren siempre, que en caso de dificultad pueden hasta irse del país en lo que todo se compone.

Y hay otro México o muchos méxicos más. Los que reciben beneficios del gobierno mediante becas, subsidios, transferencias, puestos de trabajo. Los que viven de las relaciones con personas influyentes o hacen negocios con Felipa o Andy. Los que se cambiaron de partido para salvar el pellejo o para estar del lado de los vencedores. Los que vivirán de nuestros impuestos los próximos tres o seis años. Los que pudieron chapulinear, acomodarse, tener un puesto, una chamba.

Pero retomando la cita de Don Giussani, ¿por qué podemos esperar un país mejor? ¿podemos pensar que con las reformas que se están llevando a cabo abatiremos la pobreza, el rezago educativo, mejorará la impartición de justicia, los militares volverán a los cuartes, el crimen organizado dejará de manchar de sangre el país, la economía crecerá, podremos todos tener un patrimonio que nos asegure un futuro tranquilo y sin contratiempos, las salud será universal y mucho mejor que en Dinamarca - como ya lo es-?

El problema es si estas esperanzas, justas y muy humanas, se fundan en el prejuicio y la ideología o en la realidad. Porque nuestra esperanza y el ímpetu de la vida puede estar sostenido por un prejuicio que se ha vuelto ideología, una construcción mental, una narrativa que hace que dejemos la realidad de lado e impongamos una visión, un juicio, un criterio que no se corresponde con la realidad y que exalta un aspecto y demerita otros, que deja de lado lo que no quiere ver y solo mira lo que le interesa.

El problema es que se puede construir un país, unas políticas, unos programas sociales, un presupuesto de ingresos y egresos, unas leyes, un sistema educativo, unas estrategias de seguridad y toda una vida, en base a un prejuicio que se ha vuelto ideología, ¡porque lo digo yo! y, al final de cuentas, tarde o temprano, como la historia lo ha demostrado, todo cae como un castillo de naipes, siempre está la testaruda realidad que se impone a nuestras utopías, prejuicios e ideologías.

Ojalá pronto llegue la cordura, el sano juicio, la visión realista, la humildad, el tesón, el trabajo paciente y bien hecho, la unidad y la concordia, la comunidad, el pueblo, la nación, la patria y dejemos de lado a los caudillos, las facciones, los partidos, los mesías, los beneficios sin trabajar, las vanas esperanzas.

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