CONCIENTIZACIÓN, MOVILIZACIÓN Y COMPROMISO

¿Qué es lo que pone en movimiento a una persona? ¿Cuáles son las motivaciones que nos hacen actuar frente a la injusticia, la pobreza o la necesidad? ¿Qué es lo que nos impulsa a trabajar y emprender superando las dificultades?












En las pasadas elecciones del 2 de junio, no votaron 38.3 millones de personas, equivalente al 38.95% del padrón electoral. ¿Por qué no votaron? ¿Por qué dejaron la decisión de quienes nos gobernarán los próximos seis años en manos de los que sí fueron a votar?

En la movilización de la Marea Rosa, participaron miles de personas, tal vez cientos de miles. ¿Qué los motivó? ¿Qué los puso en movimiento? ¿Qué pone en acción a las madres buscadoras, a los grupos ambientalistas y ecologistas, a los scouts, a los que ayudaron en los temblores, a los que donan en los cajeros o se suman a las marchas por la vida, los derechos de las mujeres, las comunidades LGTB+, los corredores, los motociclistas y, en fin, a tanta gente que hace algo?

Karol Wojtyla, en "Persona y Acción" dice que "la verdad es una motivación fundamental en la acción humana. La búsqueda y el reconocimiento de la verdad guían a la persona en sus decisiones y en la realización de sus actos." Si esto es así, ¿cuál es la verdad que nos mueve y que mueve a cada hombre y mujer? En el pensamiento de Wojtyla, la verdad no es "mi verdad", sino la adecuación de nuestra conciencia a la realidad es objetiva en cuanto a su ser, pero es subjetiva en cuanto la conciencia que tengo de ella.

Válclav Havel decía que "La vida en la verdad es un componente esencial de la lucha por una sociedad mejor. Solo reconociendo y actuando según la verdad podemos superar las mentiras que sostienen la injusticia."

Siguiendo a estos dos grandes del pensamiento y la acción, podríamos decir que la motivación para la acción nace, primero, de la realidad misma, es ella la que nos pica, nos muerde; en segundo lugar, la conciencia que tengo de esa realidad, buena o mala, hace que me dé cuenta de la necesidad de la acción que responda a las circunstancias que me provocan y de la urgencia de actuar sobre esa realidad para aceptarla o cambiarla; tercero, todo ello genera un compromiso de mi persona con esa realidad, me moviliza, me compromete, me convierte en actor, me involucra.

En este proceso o dinámica que va de la toma de conciencia a la movilización y de la movilización al compromiso, juega un papel determinante la libertad, no es un proceso automático, exige la voluntad y el querer libre de la persona. Exige una decisión de la persona. Por ello una libertad empobrecida o reducida, limitada o restringida, coaccionada o alienada, será incapaz de moverse, de actuar, dejará en manos de otros las decisiones y la responsabilidad del compromiso.

Dice Giussani que una de las consecuencias de la reducción de las exigencias originales de justicia, verdad, bien, belleza es la pérdida de la libertad, la disminución del gusto por vivir, lo lleva a la alienación y al dominio del poder sobre la persona. Frente a la fuerza de la mentalidad común, determinada por el poder, es necesaria una ascesis, es decir, un trabajo sobre nosotros mismos que nos haga capaz de juzgar a la luz de estas exigencias, todo lo que se nos dice, propone o impone. Este trabajo, dice, "es el comienzo de la libertad" que se manifiesta como respuesta a una necesidad, como realización de una aspiración, como cumplimiento del deseo.

Por ello es necesaria la toma de conciencia, para lo cual es de gran ayuda la visibilización que los medios de comunicación y las redes sociales hacen sobre la rea

lidad social y el acceso a fuentes de información confiables, veraces y oportunas como el INEGI, el INE, el INAI, los estudios serios de organizaciones como "Mexicanos contra la corrupción y la impunidad" o "México Evalúa" o el "IMCO" y los organismos internacionales como la ONU y sus dependencias, o Green Peace o la misma Iglesia, los llamados del Papa Francisco a no olvidar las situación de sufrimiento y dolor en Ucrania, Gaza y tantos otros lugares.

De igual manera son necesarias las organizaciones de la sociedad civil, los colectivos, los foros, las manifestaciones y todo aquello que permita a los ciudadanos ponerse en movimiento, sumar esfuerzos, construir juntos.

Lo que no puede pasar es que seamos indiferentes, apáticos o "aburguesados". Bien lo expresó Válcav Havel: "Es una responsabilidad del individuo actuar según su conciencia, porque la apatía y la indiferencia solo perpetúan la injusticia y la opresión."

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