Provisional para siempre
La consistencia en un argumento es la ausencia de contradicción.
Provisional para siempre. Esta frase la escuché de labios de mi suegro, Don Beto, q.p.d., después de unas dos horas de intentos fallidos por arreglar una bomba de agua a la que, finalmente, le pusimos un alambre para que no se saliera el agua por la descarga, envés de usar una abrazadera, que era lo adecuado. Han pasado muchos años después de ese hecho y el alambre sigue en la bomba y el agua no se sale por la descarga.
Ahorita lo hago. Aunque en esta frase no existe contradicción, sí existe contradicción en la intención de quien lo dice pues en el fondo no quiere hacer lo que se le propone o se le pide y por eso lo posterga para siempre, si puede. Es el caso de los vidrios sucios que para limpiarlos se requiere una escalera o un limpiavidrios con extensión suficiente o de ese detalle que vemos en el coche o en la casa o en la ropa o en lo que sea y que cada vez que pasamos o lo vemos decimos, ¡ahorita lo hago!.
A mí no me toca. Esta frase, que tampoco es contradictoria, implica la evasión frente a una responsabilidad o, al menos, la duda de que nos corresponde hacer algo. Pasa mucho en los trabajos. Siempre hay uno que lo dice para no trabajar o trabajar menos o para rehuir un regaño o llamada de atención. "Lava los platos. A mí no me toca, me tocó ayer". Lo malo es cuando lo dice un político que no hace su chamba, como por ejemplo, supervisar las obras de la línea 12 del metro del D.F.
¡¿Quién sabe?! Cuando algo se pierde en casa, o no se encuentra algo en el trabajo, o hay tazas y platos sucios en el fregadero de la cocina y papá o mamá preguntan quién fue el que dejó todo tirado, nos contestan: ¡¿quién sabe?!. Es una manera de mentir, cuando conoce al culpable o cuando uno fue el culpable. También es una manera de decir: "ya se que lo tengo que recoger pero no quiero hacerlo en este momento". "¿Quién dijo eso? ¡¿quién sabe maestro?!".
¡Qué tanto es tantito! Aunque esta frase es más bien imprecisa e inexacta, la usan ciertas personas para justificar una conducta como no respetar una dieta, utilizar un cajón de estacionamiento que no le corresponde, parar el coche en doble fila o, en muy raros casos, cuando un servidor público pide o acepta una mordida que, dependiendo de la jerarquía del burócrata, puede ser en pesos o en millones de pesos, pues, ¿qué tanto es tantito?. En el baño de vapor de los hombres: "ya, ¿te fuiste con la güera?. Sí canijo. ¿Y qué?. No pus ya sabes. ¡qué!. ¿Pues que tanto es tantito?".
En el uso del lenguaje, para comunicar mejor, ayuda ser lógicos. Si nuestros argumentos o conversaciones son claras, precisas, sin contradicción, relevantes y consecuentes, lo más probable es que podamos comunicar mejor nuestras ideas.
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