DOGMAS del hombre moderno
Todo lo nuevo es mejor, el mito del progreso, supone que el progreso científico siempre es benéfico y supone un paso adelante para la humanidad. Fundamos nuestra esperanza en un mundo mejor en los avances de la ciencia y la tecnología. Los grandes males de la humanidad como el hambre, las enfermedades incurables, el deterioro ecológico, la recesión económica, el bajo crecimiento de algunas economías, todos estos problemas se resolverán con el progreso del conocimiento humano. Inevitablemente el tiempo corre a nuestro favor.
La evolución como única posibilidad del crecimiento humano. Sería absurdo y casi un suicidio intelectual afirmar que la evolución no explica en su totalidad el crecimiento de la humanidad. El ser humano Ses solo un animal más evolucionado. Quizá en millones de años la ficción del Planeta de los Simios será una realidad. Si los factores se juntan y coinciden, también es probable que encontremos vida en otros planetas donde no hay. Todo lo que tiene vida y crece, necesariamente evoluciona.
La ciencia como única fuente de certeza. La certeza de la vida, es decir, la seguridad con que afirmamos un sentido positivo de nuestra existencia se funda única y exclusivamente en los datos de las ciencias. Pretender sustentar nuestra visión de la vida, de la humanidad, de la historia o de cualquier otra realidad en la fe, los mitos o las experiencias personales es necedad. Solo lo que se puede conocer mediante el método científico es cierto.
Lo experimentación como único método de conocimiento. La ciencia y el conocimiento humano cierto y verdadero se sostienen únicamente en la posibilidad de comprobar experimentalmente lo que afirmamos o damos por cierto. Lo que no se puede comprobar, como la existencia del alma, la espiritualidad de las operaciones mentales, la existencia de Dios o los ángeles, son fruto de una visión arcaica de la realidad y de un estadio inmaduro de la humanidad. El amor, el afecto, la sensibilidad artística, por ejemplo, tienen una explicación de laboratorio.
La autodeterminación como criterio último de la libertad. El máximo anhelo de la libertad, es la máxima posibilidad de autodeterminación. Cada persona define y decide su propio destino. Cada uno decide y elige lo que le hace feliz. La absoluta autodeterminación es e culmen de la personalidad madura y realizada. Elegir y actuar para lograr, es el paradigma del hombre exitoso que puede obtener todo lo que se propone.
La religiosidad como sentimiento. La exaltación del sentimentalismo como origen de la religiosidad, como única fuente de donde puede brotar la afirmación de uno mismo como afirmación de un ser superior que nos da paz, alegría, consuelo, felicidad. La coexistencia en el hombre de lo racional, la ciencia, y la religiosidad, el sentimentalismo, son una dualidad inseparable y necesaria para el equilibrio en la vida.
La razón encerrada en sus posibilidades. Los misterios existen solo en tanto no podemos explicarlos. Es cuestión de tiempo que el hombre viva sin misterios pues la ciencia y la razón son capaces de explicarlo todo. Solo es cuestión de tiempo. No hay ni existe nada que la razón no pueda explicar. Lo que no puede explicar simplemente no existe, es ficción, imaginación o simple fantasía.
Ir más allá de las posibilidades de la razón. Si queremos abrir nuestra razón y aceptar al menos la posibilidad de la existencia del Misterio, no podemos quedarnos en los dogmas del hombre moderno. Aunque muchos somos modernos en nuestra forma de pensar, podemos reconocer que la realidad es más grande que nuestros pensamientos y nuestras explicaciones. El mal, el error, el deseo insaciable de felicidad, la admiración por la existencia de las cosas bellas, el asombro ante la existencia muchas veces nos vuelven "inmodernos", es decir, nos obligan a pensar y a emitir un juicio distinto del que nos proponen los gurús, profetas, cientólogos, expertos y especialistas del mundo moderno. La alegría del pobre, la paciencia del justo, el gozo del sencillo, la nobleza y liberalidad de ciertas personas nos descolocan. En la experiencia, es decir, en el juicio que hacemos cuando nos topamos con la realidad, con hechos y acontecimientos que nos sacan de nuestros esquemas, podemos reconocer que las "posibilidades de la realidad" son mayores que las "posibilidades de nuestra razón". En este sentido la fe, como método de conocimiento, como posibilidad de conocimiento, supone un plus, algo más, un ir más allá en las posibilidades de la razón. Nos permite reconocer aquello presente en la realidad que le da consistencia, sentido y finalidad. Nos abre a la máxima posibilidad, reconocer al Misterio.
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