Poner el CORAZON. In memoriam Enzo Piccinini.
"Todo lo que soy me ha sido dado, lo he recibido, por eso hay una gratitud a la que no puedo sustraerme."
De Enzo Piccinini dijo Don Giussani que "ha sido un hombre que, desde la intuición que tuvo dialogando conmigo hace treinta años, dijo su "sí" a Cristo con una dedicación asombrosa, con una perspectiva inteligente e integral, y ha centrado toda su vida en Cristo y en su Iglesia. Lo más impresionante para mí es que su adhesión a Cristo fue tan totalizante que no ha habido día en que no buscara de todas las formas posibles la gloria humana de Cristo."
Me permito transcribir algunos fragmentos de una charla que sostuvo con universitarios de la que anexo el video invitándoles a verlo.
El corazón nos permite reconocer lo que es verdadero y que dura para siempre. "Algo que era evidente para mi conciencia era que algo se reconoce como verdadero porque corresponde y permanece para siempre, porque lo que reconoce lo verdadero es como un detector, una horma que tenemos dentro y nos caracteriza y esta exigencia -de la que se ha hablado hoy- de verdad, de belleza, de justicia, de amar y ser amados que llamamos corazón, es algo estructural y no puede ser puesto entre paréntesis porque la situación sea difícil, porque las cosas no estén en su sitio o porque uno sea viejo."
La unidad de la persona está en la exigencia de felicidad que nos constituye. "Es estructural y el punto que nos caracteriza y que nos hace reconocer las cosas verdaderas que permanecen para siempre no es un problema de edad o de circunstancias. Desde aquel momento comprendí que el problema era uno solo: que la unidad de mi persona estaba en aquel factor que tenía dentro y que me acompañaba como me había acompañado de niño cuando empecé a jugar al fútbol, hasta la universidad, hasta ahora. Era una cosa que me caracterizaba: una exigencia de felicidad que nada habría podido borrar que habría salido de cualquier forma, siempre, aunque solo fuera como amargura."
Poner el corazón en todo lo que se hace. "Había entendido esto, y comprendí desde entonces que la unidad de la persona comienza por el hecho que uno pone el corazón en lo que hace. Y esto, creedme, vale para los que como yo viven todos los días con situaciones dramáticas (de la que luego os hablaré) o para quien está delante de un ordenador, para quien va a hacer la compra, para quien limpia la escalera. Vale para todos. Poner el corazón en lo que se hace significa ponerse uno mismo. Y poner el corazón significa poner en juego esta exigencia de felicidad que es indomable porque es estructural en nosotros."
Esta frente a algo más grande, frente al destino. "Comprendía, entonces, que de nuevo, la unidad de la persona no podía consistir en buscar un equilibrio entre las distintas actividades, cuestiones, cosas que hacer, porque esto no podía ser, más aún, no conseguía hacerlo. El tiempo, la disponibilidad, el trabajo, la familia. No podía ser así. Porque no se puede poner el corazón en lo que se hace intentando nadar y guardar la ropa. No podía ser: era una totalidad, una totalidad incluso dentro de las circunstancias que no podía cambiar inmediatamente o que yo no podía unir. Así comprendí que se puede poner el corazón en lo que se hace si se está frente a algo más grande que uno mismo. Tiene que haber algo más grande que uno mismo: es lo que la Escuela de Comunidad llama destino. Esto podía ayudarme a poner el corazón en cada situación: algo más grande que yo, que mi capacidad."
La noche del 26 de mayo de 1999 moría en un accidente de coche Enzo Piccinini, amigo queridísimo, inestimable cirujano y uno de los principales responsables del movimiento. Deja a su mujer, Fiorisa, y a sus hijos, Chiara, María, Pietro y Annarita. Don Giussani nada más tener noticia de su muerte ha enviado este mensaje a todas las comunidades de CL en Italia y en el mundo.
El penúltimo párrafo debe decir: "Estar frente a algo más grande..."
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