ESPECIFICAMENTE CRISTIANO
“Porque el mundo no tolera la divinidad de Cristo. No tolera el anuncio del Evangelio. No tolera las Bienaventuranzas. Y así la persecución: con la palabra, las calumnias, las cosas que decían de los cristianos en los primeros siglos, las difamaciones, la cárcel… Pero nosotros olvidamos fácilmente. Pero pensemos en muchos cristianos, hace 60 años, en los campos, en las prisiones de los nazis, de los comunistas: ¡Muchos! ¡Por ser cristianos! También hoy…’Hoy tenemos más cultura y no existen estas cosas’ ¡Las hay! Os digo que hoy hay más mártires que en los primeros tiempos de la Iglesia." (Papa Francisco, marzo 04, 2014)

En un mundo donde todo es contrario a la fe en Cristo, es decir, en una sociedad, una cultura, una opinión pública donde lo importante y relevante son el éxito, las realizaciones, la autonomía, la autosuficiencia del ser humano frente a su destino, la capacidad de cambiar la realidad, frente a una cultura así, Cristo, su persona, sus enseñanzas, su forma de vida, su experiencia humana no tiene sentido, está fuera de lugar. ¿Negarse a sí mismo? ¿El que quiera ganar su vida la perderá? ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo? ¿Nada pueden hacer sin mí? ¿Yo soy el camino, la verdad y la vida? Si nos detenemos a pensar y nos ensimismamos con la vida y la experiencia de Jesús, salta de inmediato esta radical diferencia con los criterios humanos.
"Para que donde esté yo, estén también ustedes". La experiencia de una vida plena, realizada, feliz, completa, con sentido, alegre, capaz de afrontar las circunstancias con esperanza, capaz de construir y hacer comunidad son signos de la verdad de aquellas cosas que son "específicamente cristianas". Y esta vida así descrita, se da en medio de la persecución, del desprecio, de la difamación, del fracaso ante el mundo, es decir, del fracaso según esta cultura y esta concepción de la vida para la cual el sufrimiento no tiene sentido, la dependencia de Dios no es un hecho sino un prejuicio, el poder del hombre para hacerse así mismo es una verdad indiscutible.
"Para que su alegría sea plena". El distintivo, la ganancia de haber encontrado y aceptado a Cristo en nuestra vida es la alegría, la paz. No una paz como la da el mundo, dirá Jesús, sino una paz y alegría "específicamente cristiana", que nace del encuentro y del reconocimiento de Cristo presente en nuestra vida, como un niño está alegre porque reconoce la llegada de su padre. Esta alegría da una seguridad ante el destino y los acontecimientos de la vida que nos permite vivir sin miedo, seguros de la bondad de Dios frente a cualquier dificultad, de saber que estamos hechos para la vida, no para la muerte, para la felicidad.
"La Cruz, nos dijo el Papa Francisco, está siempre en el camino cristiano”. Dice Don Giussani que "la existencia humana se desenvuelve en un servicio al mundo; el hombre se completa a sí mismo entregándose, sacrificándose." Darse, sacrificarse, donarse, este es el sentido de la Cruz de Cristo y de nuestra cruz de cada día. Al iniciar la cuaresma pidamos que nuestra vida, nuestra personalidad, sea el resultado del sacrifico y el amor.
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