La POTENTE FUERZA de la MUSICA
No cabe duda que la música es capaz de sacar de nosotros recuerdos, emociones, sensaciones, experiencias, rostros, sonidos, que viven en nuestra alma, que conviven con nosotros todos los días y que están listos para salir a flote cuando los llaman, como un amigo que siempre está disponible cuando lo necesitas.
En mi vida siempre me ha acompañado la música. El piano de mi mamá en la sala, mi papá oyendo discos en la sala, el concierto número 1 de Tchaikovsky, el 40 de Mozart, la 5a y la 9a sinfonías de Beethoveen, Stravinsky, Rachmaninoff, Frank Sinatra, Los Carpenters, Elthon John, Los Beatles, los Rolling Stone, Deep Purple, Led Zepellin, Queen, Yes, Genesis, etc.
La música tiene la fuerza, la potencia de hacer presente las experiencias del pasado. Me permite recordar rostros, gestos, afectos. Alejandro cantando en la sala o en la terraza, Pablo con sus audífonos oyendo Kiss, María Luisa con Peter, Paul and Mary; Carmen con Silvio Rodríguez, Chano con sus cassettes perfectamente ordenados oyendo a Joan Manuel Serrat. En fin, cada uno con su música, sus emociones, sus recuerdos, su vida.
Ahora, después de muchos años, todavía me pone la piel de gallina la guitarra eléctrica de Led Zepellin o los Rolling. Aún me emociono cuando escucho un concierto en vivo y descubro, cuando puedo, a músicos como Muddy Watters o la fuerza de "you can´t always get what you want". Escuchar el Requiem de Mozart o el Agnus Dei de la Misa de Coronación. Cuando escucho a Luciano cantar en misa o tocando en su cuarto, emocionado, vibrando con cada palabra, con cada nota, con cada sonido.
Es curioso, pero la vida eterna, el cielo, se nos presenta como un banquete y el lugar donde "cantaremos eternamente" al Señor. Creo que este canto ya empezó aquí. Me gusta imaginar a Dios viéndonos, escuchándonos y me represento su cara, su gesto, su sonrisa, su contento y me digo, hasta El disfruta de esta música, la entiende mejor que yo, la goza, se alegra de lo que hacemos sus hijos. Al fin y al cabo todo es regalo suyo y la música, fue un regalazo. ¿Le gusatarán los guachiturros? No lo creo.
En mi vida siempre me ha acompañado la música. El piano de mi mamá en la sala, mi papá oyendo discos en la sala, el concierto número 1 de Tchaikovsky, el 40 de Mozart, la 5a y la 9a sinfonías de Beethoveen, Stravinsky, Rachmaninoff, Frank Sinatra, Los Carpenters, Elthon John, Los Beatles, los Rolling Stone, Deep Purple, Led Zepellin, Queen, Yes, Genesis, etc.
La música tiene la fuerza, la potencia de hacer presente las experiencias del pasado. Me permite recordar rostros, gestos, afectos. Alejandro cantando en la sala o en la terraza, Pablo con sus audífonos oyendo Kiss, María Luisa con Peter, Paul and Mary; Carmen con Silvio Rodríguez, Chano con sus cassettes perfectamente ordenados oyendo a Joan Manuel Serrat. En fin, cada uno con su música, sus emociones, sus recuerdos, su vida.
Ahora, después de muchos años, todavía me pone la piel de gallina la guitarra eléctrica de Led Zepellin o los Rolling. Aún me emociono cuando escucho un concierto en vivo y descubro, cuando puedo, a músicos como Muddy Watters o la fuerza de "you can´t always get what you want". Escuchar el Requiem de Mozart o el Agnus Dei de la Misa de Coronación. Cuando escucho a Luciano cantar en misa o tocando en su cuarto, emocionado, vibrando con cada palabra, con cada nota, con cada sonido.
Es curioso, pero la vida eterna, el cielo, se nos presenta como un banquete y el lugar donde "cantaremos eternamente" al Señor. Creo que este canto ya empezó aquí. Me gusta imaginar a Dios viéndonos, escuchándonos y me represento su cara, su gesto, su sonrisa, su contento y me digo, hasta El disfruta de esta música, la entiende mejor que yo, la goza, se alegra de lo que hacemos sus hijos. Al fin y al cabo todo es regalo suyo y la música, fue un regalazo. ¿Le gusatarán los guachiturros? No lo creo.
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