"... no sabía lo que iba a pasar, pero aceptaba totalmente la realidad con su afecto y su razón"
Si esta frase nos asombra, aún más nos llamarán la atención éstas: "...no tenía proyecto, no imaginaba un proyecto: se adhería a lo que sucedía, es decir, al presente, porque Dios, el Ser, está en lo que sugiere el presente, en la forma que tiene el presente, en los obstáculos del presente, en las dificultades del presente, en los gozos del presente. La verdad es sólo presente: presencia."
Estas palabras, dichas de Jesús de Nazareth por Don Giussani, en las conversaciones que transcribe el libro "El atractivo de Jesucristo", son un desafío a nuestra mentalidad, a la mentalidad común con la que hacemos la vida, los negocios, la educación, el trabajo, las relaciones. Son un desafío o un desatino. ¿Se puede realmente vivir sin un proyecto de vida? ¿Cómo es la vida sin proyectos, solo adhiriendonos a lo que sucede? ¿Que significa adherirse a la realidad? ¿Cómo se acepta la realidad con afecto y razón?
La mentalidad común, es decir, lo que se nos dice y se da por válido y verdadero a través de los medios de comunicación, de la enseñanza, de la predicación, de los expertos y especialistas, en libros, revistas, bloggs, periódicos y de mil maneras más no invita más bien a tener proyectos, sueños, visiones de futuro, imaginar un mundo mejor como el inicio de un trabajo que dará por resultado algo mejor, más bello, más digno. Se nos proponen los proyectos como el método para realizar algo.
El mismo San Pablo dice en el himno de la Carta a los Efesios: "este es el plan que había proyecto realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante, recapitular en Cristo todas las cosas así del cielo como de la tierra". De modo que existe un plan proyectado por Dios. ¿Es verdad entonces que debemos vivir sin proyectos y que así vivió Jesús?
Don Giussani, en el mismo libro, responde a la pregunta de si él se mueve teniendo en mente un proyecto, en el buen sentido de un ideal a realizar y dice: "Sólo hay un proyecto al que no se puede acusar de soberbia o de pretensión: el proyecto que se hace en el presente en memoria de Jesús, diciendo: Jesús ven." "El proyecto que se realiza diciendo ´Ven, Jesús´ es un proyecto grande, desconocido, y que estamos llamados a conocer para la eternidad".
Como el ánimo de lo que escribimos no es polemizar, lo que queremos resaltar es la invitación que se nos hace a "adherirnos a la realidad" con nuestro afecto y razón, es decir, con toda la fuerza y potencia de nuestra humanidad. No basta la aceptación que más bien es resignación, ni la aceptación que es adaptación por defecto. Abrazar la realidad, esto es, "tomar al toro por los cuernos", mirarla de frente, cuestionarla y dejarnos cuestionar por ella, dejar que nos provoque, aceptar el desafío que nos hace es la postura más humana. Y esto implica entrar en la realidad, en las relaciones, en las circunstancias sí con un proyecto, o mejor, con un criterio ideal que se deja tocar, transformar, corregir, potenciar, por la realidad misma.
Mirar a la realidad, las circunstancias, los obstáculos, los desafíos de la vida como la ocasión para afirmar que el sentido de nuestra existencia, que la razón de nuestra felicidad, que el motivo de nuestra alegría es Otro, es Cristo, es el Misterio, es Dios, que está presente para cada uno de nosotros en la fragilidad de los acontecimientos, de las relaciones humanas, de la vida misma. Esto es lo que da densidad, peso, postura, fortaleza, gravedad a cada circunstancia, a cada relación, a cada fracaso, a cada éxito, a cada minuto y segundo de nuestra existencia.
Tener esta mirada de fe, es decir, ser capaces de descubrir y reconocer la presencia de Cristo en cada circunstancia es un don, una gracia, un beneficio, una fuerza, una fortaleza que nos hace invencibles frente a la tristeza, el desánimo, la desesperación, el agobio, el lamento y el sinsentido de la vida.
Es Su presencia lo que nos hace estar verdaderamente presentes en el mundo, no con un proyecto, sino con la adhesión de nuestro afecto y razón.
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