¿Quién educa hoy?
Ellos tratan de escapar constantemente / De la oscuridad
exterior e interior / Al soñar en sistemas tan perfectos que nadie necesitará
ser / bueno. / Pero el hombre que es oscurecerá / Al hombre que pretende ser. (Los Coros de la Roca, VI Canto, T.S. Eliot).
La crisis educativa que vivimos y sufrimos en carne propia se manifiesta en la dificultad que tenemos para responder a las exigencias de la propia vida. Respondemos de muchas maneras pero parece que todos nuestros intentos no logran resolver el drama de la existencia. Quisiéramos una vida sin dramas, tan perfecta, "que no haga falta ser bueno". A lo mucho nuestros proyectos educativos buscan "perfiles" de egreso, "formación" en valores, "fomento" de la cultura empresarial y así cada uno pone la tinta donde le gusta. Y a pesar de tanto dinero invertido, de tantos esfuerzos de talento y tiempo, es común que los profesores digamos que los alumnos son apáticos o no están motivados, o que los padres de familia se contenten conque sus hijos no "se metan en problemas".
Educar es un riesgo, sería mejor encontrar "soluciones automáticas" que hagan la vida más fácil y llevadera; preferimos programas y sistemas que "garanticen" la formación "humana" y minimicen el juego de la libertad al máximo; los profesores nos convertimos en "facilitadores" del conocimiento y ahora, en "coach" de vida de nuestros alumnos. Y, como dicen que dijo Galileo, "sin embargo se mueve", es decir, el problema educativo sigue presente y se agudiza. Nuestras propuestas educativas son cada vez más elaboradas, más complejas, más eruditas y, al mismo tiempo, más reducidas a un ámbito de la persona o de la vida. ¿Quién educa hoy? ¿Quién quiere correr el riesgo de educar?
Razón, afecto y libertad. Para poder responder adecuadamente al desafío educativo es necesario tomar conciencia de la naturaleza de la provocación en la totalidad de sus factores, es decir, mirar a la persona completa en aquellos rasgos que más la definen y determinan: razón, afecto y libertad. Sin ánimo de definir y con la apertura de ser corregido, quisiera apuntar que por razón entiendo, como enseña Don Giussani, la capacidad de tomar conciencia de la realidad en la totalidad de sus factores, por afecto, la capacidad de adhesión a aquello que suscita en nosotros un atractivo que corresponde con las exigencias del corazón y por libertad, la máxima capacidad de la razón y el afecto que se adhieren al Ser.
La marcha de la madurez. Por tanto mi propuesta es que un intento de educar implica siempre un camino y una relación, un camino que se hace en comunión, de manera guiada. Un camino porque la educación como introducción en la realidad según la totalidad de sus factores se da en el tiempo, es un proceso siempre nuevo y en progresión. Tomar conciencia y proponer el proceso educativo como un camino, además de realista, es fuente de paz y sosiego, en una cultura dominada por los resultados, los plazos, el éxito rápido y la satisfacción garantizada, saber que todo se da en el tiempo y a su tiempo genera paz y la posibilidad un "paso firme y sosegado". La relación, padre-hijo, maestro-alumno, jefe-subordinado, y todas las que se dan en la vida son "lo que educa" más que el método, el sistema o el proyecto. Ser capaces de reconocer en el otro aquello que deseo y la forma como se realiza, me permite seguir, sin alienarme, sino haciendo la misma experiencia que veo realizarse en otros.
Apostar por la persona y por el riesgo de su libertad. Más que un sistema o proyecto educativo percibo la necesidad de un método educativo que tome en cuenta a la persona en su razón, libertad y afecto. El método es la experiencia, es decir, hacer experiencia siguiendo, dentro de un camino en una comunidad. Como profesor universitario lo que me inquieta y quisiera es poder ser una presencia original, no protagónico "escenicamente" hablando sino ayudar a mis alumnos a reconocer las exigencias que los constituyen y proponerles la experiencia que hago siguiendo a otros en quienes reconozco una madurez mayor.
Comentarios
Publicar un comentario