Empezar de nuevo siempre

Hoy 29 diputados del Congreso de Puebla aprobaron la despenalización del aborto. 7 diputados se opusieron, 4 se abstuvieron y 1 no asistió. El viernes pasado, 13 de julio, la Arquidiócesis de Puebla publicó un comunicado exponiendo las razones por las cuales se opone a la aprobación la legislación a favor del aborto.

De MORENA 14 votaron a favor, 1 en contra y 1 abstención; de PT todos votaron a favor, 5; el único de MC y el único del PV votaron a favor; del PAN 5 votaron en contra y 1 se abstuvo; del PRI, 1 voto a favor y 1 voto en contra; diputados SIN PARTIDO, 7 votaron a favor y 1 se abstuvo y 1 no asistió.

¿Cuántos de estos diputados están bautizados o bautizaron a sus hijos o nietos? ¿Cuántos fueron a escuelas o universidades católicas? ¿Quiénes preguntaron a sus votantes, que los eligieron, cuál debería ser el sentido de su voto? ¿Cuántos ciudadanos de sus distritos electorales los buscaron para exigirles el voto en uno u otro sentido? ¿Qué expresa este resultado de la sociedad poblana, de nosotros los ciudadanos? ¿Cuál es la cultura, ideología o mentalidad que está detrás de este resultado? ¿Por qué en un Estado mayoritariamente católico los políticos pueden votar en contra de los principios que profesan la mayoría de sus electores y representados? ¿Por qué el comunicado de la arquidiócesis fue insuficiente para cambiar el resultado de la votación?

En Italia, a mediados del siglo pasado, se hicieron dos referéndums en los que la Iglesia y los grupos, asociaciones y movimientos se implicaron. Uno fue el referéndum sobre el divorcio en 1974 y otro el del aborto en 1981. En ambos la mayoría decidió sí al divorcio y sí al aborto. ¿Cómo se explica esto en un país de tradición católica milenaria? ¿Los católicos debemos resignarnos a vivir bajo regímenes que legislan en contradicción con nuestra fe y con los principios de la ley natural y la evidencia de la ciencia? ¿Deberíamos implicarnos más en política partidista o en educación o en una acción capilar que pudieran cambiar la mentalidad predominante?

Dice Péguy que Nuestro Señor "No perdió sus tres años, no los utilizó para lamentarse por los males de su tiempo. (...) Cortó por lo sano de una manera simple, haciendo el cristianismo, intercalando el mundo cristiano. No condenó, no acusó a nadie. No condenó al mundo, salvó al mundo". 

¿Cómo podemos colaborar en la salvación del mundo? Siendo profetas que anuncian la buena noticia, que muestran la verdad, que dan testimonio de la misericordia de Dios; profetas que denuncian la violencia criminal, la injusticia de las leyes, la explotación laboral, el abuso de menores, el asesinato de inocentes o el descarte de los menos favorecidos. Sin temor a decir la verdad y con la humildad de reconocer las propias miserias; mendigos de la misericordia y dispensadores del amor que se nos ha regalado.

No podemos dejar de vivir en el mundo, de sufrir por sus desdichas o de alegrarnos por sus victorias; tenemos que vivir en el mundo, sin ser del mundo; ser simples como palomas y astutos como serpientes; llamados a ser luz del mundo y sal de la tierra; enviados a sanar a los enfermos y expulsar a los demonios. Conscientes de que esta obra de salvación no es nuestra, es de Cristo y la fuerza para realizarla tampoco es nuestra, es del Espíritu Santo. Sin miedo al error o la distracción porque siempre podemos emprender de nuevo el camino.

Que la inteligencia de la fe se vuelva inteligencia de la realidad, nos dijo Benedicto XVI. En 1982, en Santiago de Compostela, San Juan Pablo II nos recordó que "una fe que no se convierte en cultura es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida." En la homilía de clausura del año de la fe, el Papa Francisco nos dijo que “la fe no es refugiarse en una idea abstracta, sino un camino que debe ser recorrido; es un camino de fe que pasa a través de la cruz y la resurrección, es un camino que pasa por la vida diaria.” 

Este puede ser un buen empeño, una gran tarea y misión, ayudarnos a que nuestra fe se vuelva cultura, es decir, criterio de juicio sobre la realidad, verdad que se impone por su propia claridad, obras que muestran la vivacidad y capacidad de la fe, gestos que reflejan la misericordia, la justicia y la verdad con la que de Dios nos hace libres.

“Debemos estar siempre comenzando otra vez, volver a ser inocentes. Porque no avanzar es retroceder. Y si nunca vamos adelante, nunca empezamos. Debemos seguir el camino del risco y del viento, la senda del sufrimiento, el sendero del sacrificio. Las estaciones del año y los cambios del día y de la noche, la lluvia y el sol, el frío y el calor nos enseñan que debemos seguir comenzando. Debemos estar siempre comenzando otra vez; volver a ser inocentes. Porque no avanzar es retroceder. Y si nunca vamos adelante, nunca empezamos.” (T.S. Eliot).


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