Aquello que verdaderamente nos une


Gaby Vargas, en su artículo de hoy domingo 19 de julio en El Universal, titulado "El despertar no es exclusivo de gurús", dice que nacemos con una "energía luminosa" que nos hace estar despiertos,  "en un estado funcional más elevado, con un propósito y relaciones más auténticas y con una sensación de conexión aumentada", citando al escritor Steve Taylor; y que con los años perdemos esa condición  y vivimos como "en un sueño profundo y la inocencia será remplazada por cientos de fantasmas que se apoderarán de la mente poco a poco, hasta dominarla" y llegar a "sentirse incómodo dentro de su piel y de intentar proteger la autenticidad".

Más adelante señala aquello que es capaz de rescatarnos de esa condición: "siempre queda una vaga nostalgia, un lejano recuerdo del lugar en donde todo estaba bien. Quizá perciba el anhelo de reencontrarlo y lo buscaremos en personas, lugares, cosas y circunstancias que nos prometen esa felicidad" aunque inmediatamente se impone el nihilismo: "mas la decepción suele ser la regla".

En esta condición existencial o  "estado de hipnosis en que vivimos, el ser humano crea y se crea el caos, los conflictos, las guerras y las diferencias que causan dolor y sufrimiento" "hasta que la vida nos sacude" y "nos manda la invitación a despertar y regresar a la esencia: volver a casa."

El camino para "despertar" o recuperar la condición de estar despiertos, es ser como el "niño que se asombra frente a la maravilla, la belleza y la complejidad de los fenómenos que otros dan por un hecho o a los que no ponen atención";  reconocer que los "retos son el alma de la evolución, [como] afirma Eckhart Tolle"; y aceptar la "invitación de la vida" dándonos cuenta "que cada obstáculo y cada reto en el camino nos hizo mejores personas."

Lo que más me asombró de esta experiencia que relata Gaby Vargas es su correspondencia con lo que dice Julián Carrón, presidente del movimiento de Comunión y Liberación, en su libro "Un brillo en los ojos. ¿Qué nos rescata de la nada?".

En la introducción Carrón afirma que el nihilismo se insinúa en nuestra vida como mentalidad dominante y condición existencial que se caracteriza por una debilidad que se manifiesta como astenia, aburrimiento y torpor (falta de energía) y que tiene como rasgos la sospecha sobre el sentido de la vida y la positividad de la existencia. Como Gaby Vargas, identifica en la condición del niño la actitud más adecuada y resalta el valor de la realidad como aquello que nos despierta de esa hipnosis o condición de debilidad existencial.

Carrón propone "vivir intensamente lo real" como Gaby Vargas propone "despertar por instantes" y así "vivir el presente en tercera dimensión". Ambos resaltan el valor de la experiencia uno como la comparación de todo con las exigencias del corazón, Carrón, y otra como una "intensidad de la percepción" de la que "sucede una conexión con lo sagrado del mundo,  la naturaleza y el cosmos", Gaby Vargas.

Lo que me impresionó fue identificar una humanidad común entre ambos. Los dos perciben con claridad la mentalidad que domina, las exigencias que nos constituyen, el valor de la realidad, la necesidad de la experiencia, la sacralidad de la existencia, la humanidad que nos constituye como deseo de cumplimento y felicidad. En ambos descubro que el camino para "despertar" es la atención a nuestra humanidad y la humanidad del otro; ésta es el camino para un camino juntos, para mirar al otro como amigo y compañero y andar juntos hacia el "vivir en el no tiempo" porque es "ahí y sólo ahí donde se encuentra la felicidad plena". ¡Esta humanidad es lo que más nos une!




Comentarios

Entradas populares de este blog

El Sentido Religioso

¿En qué circunstancia estamos?

Ideología y reformas constitucionales