Annalena Tonelli, decir sí al sí de Dios.
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Foto de Google |
Annalena Tonelli eligió "ser para los otros, los pobres, los que sufren, los abandonados, los que no son amados". Esta pasión misionera fue la respuesta a la atracción que Cristo suscitaba en su corazón: "nada me atraía de modo tan fuerte: El, y los pobres en El" y toda su vida fue secundar este deseo: "quería ser toda para Dios." Su vida y su obra nacen de este "sí" a esta exigencia de amor sin importar "si nuestra acción es una gota de agua en el océano. Jesucristo no ha hablado nunca de resultados. El nos ha hablado sólo de amarnos, de lavarnos los pies los unos a los otros, de perdonarnos siempre."
Nacida en 1943 en Forlí, Italia, fue una misionera sui generis, "sin la seguridad de una orden religiosa, sin pertenecer a ninguna organización, sin un salario, sin contribuciones voluntarias para cuando seré vieja. No soy casada porque lo elegí así en la alegría cuando era joven". Abogada de profesión, se dedicó a los enfermos de tuberculosis en Kenia; después pasó a Somalia donde se instaló en Borama, donde atendía un hospital y escuela. Fue muy querida por sus queridos musulmanes y finalmente fue asesinada por los "señores de la guerra": "es siempre más claro quién está detrás de esta terrible y dolorosa situación. Se trata de unas ONG locales que me acusan de acaparar todos los contratos y de no dejar a ninguno de ellos el espacio para embolsarse el dinero de las varias agencias de las Naciones Unidas que, bastante tontas, dan dinero a todos y nunca supervisan el trabajo, por lo que acostumbraron a las ONG a robarse y a comerse todo sin hacer nada."
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Foto Google. |
Annalena vivió entre musulmanes. Su deseo de "gritar el evangelio" con su vida se realizó en el servicio a los enfermos y más necesitados. Su diálogo consistía más bien en compartir, amar y servir. Un viejo musulmán, después de años de tratarla le confesó: "nosotros tenemos la fe, ustedes la caridad". "El don más extraordinario, el don por el que agradeceré a Dios y a ellos por toda la eternidad es el don de mis nómadas en el desierto. Musulmanes, ellos me han enseñado qué es la FE, el abandono incondicional, el vivir rendidos a Dios en una rendición que no tiene nada de fatalista, una rendición rocosa y cimentada en la roca de Dios, una rendición que es CONFIANZA Y AMOR. Mis nómadas en el desierto me han enseñado a hacer todo, iniciar todo, actuar todo en nombre del Dios Omnipotente y Misericordioso...Uno se levanta en nombre de Dios, se lava, limpia la casa, trabaja, come, trabaja de nuevo, estudia, habla, hace las mil cosas de cada día y, finalmente, se duerme: todo en nombre de Dios."
Su vida solo se explica por una relación constante, verdadera y profunda con Cristo: "Él está en la celdita de nuestra alma y no debería ser tan difícil descender allí y habitar con Él. ¿Palabras? No. Verdad. Realidad". Nada de moralismo, nada de abstracción, nada de prejuicio. ¡Una vida de verdad y realidad!
La vida y obra de Annalena dejan en claro que la consistencia de la vida es Dios, que el sentido de la vida es darla por la obra de Otro en los otros, que toda la existencia se juega en el reconocimiento de la Presencia Misteriosa de Cristo, que vivir es vivir intensamente lo real, que el dolor y el sufrimiento solo encuentran sentido en la persona de Cristo: "es en el arrodillarme para que abrazándose a mi cuello ellos puedan levantarse y retomar el camino, o incluso para caminar por sendas que jamás habían recorrido, que yo encuentro la paz, una fortísima energía, la certeza de que TODO ES GRACIA."
Quien guste me puede pedir la traducción que para uso privado hizo Luciano de "el retrato" de Annalena Tonelli escrito por A. Sicari en Ritratti di Santo, 10, Jaca Boom, Milano 2007, 113-130.
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