El Laberinto de la Soledad

Este año celebramos el centenario del natalicio de Octavio Paz. Esto me permitió leer una gaceta que se publicó sobre su vida y obra y su lectura me motivó a leer "El Laberinto de la Soledad". Me impresionó gratamente la figura, la obra y el pensamiento de Paz, aunque solo he leído una obra suya. Comparto algunas de las cosas que me impactaron de este al que sin duda podemos llamar "un gran mexicano, un gran hombre".

Honradez intelectual. Al leer su obra me llamó poderosamente la atención que no toma postura previa en favor de una idea o persona o grupo al hablar de temas como el papel de la Iglesia en México, la época de la Nueva España, el valor intelectual de Sor Juana Inés de la Cruz, del papel de los Estados Unidos en la historia de México. Me parece que esta honradez intelectual es fruto de un deseo genuino de búsqueda de la verdad, de entender la realidad y no de manipularla. Creo que su ensayo sobre la mexicanidad no es la exposición de una ideología sino el ir desvelando los rasgos más significativos de lo mexicano.

Realismo. Paz no teme hacer cuentas con la realidad, no se sirve de ella sino que la sirve al desvelar su sentido. Es capaz de reconocer los errores y aciertos sin matizarlos ni ocultarlos. Sus análisis son finos y profundos y llegan a desvelar el sentido de los hechos, de las motivaciones y de la vida de personas y sociedades. Ante todo toma en cuenta los datos que la realidad aporta y gracias a su vasta cultura puede leer de los hechos lo que éstos manifiestan respecto de la conciencia y vida de los mexicanos.

Profundidad y claridad de pensamiento. Al menos en "El Laberinto de la Soledad", el lenguaje expositivo es claro y sencillo, accesible para cualquier persona. No gusta Paz de exagerar el uso de adjetivos o frases complicados o de introducir términos que no abonen a la claridad de lo que pretende decir. En toda su obra hay frases y párrafos, ideas y pensamientos muy hermosos, profundos. Intuiciones que manifiestan una fineza de mirada frente a la realidad. Su obra puede ser leída por expertos o profanos y ambos sacarán provecho de ella.

Valor intelectual. Octavio Paz, en varias ocasiones, invita a los mexicanos, a la "intelligentia", a proponer un pensamiento propio y original, que no sea copia del pensamiento heredado o de la mentalidad en boga. No lo hace por un afán protagónico sino como invitación "a ser uno mismo" a no imitar modelos de fuera, a valorar lo propio y expresarlo. Toda su obra es expresión de esta potencia intelectual, de esta valoración de lo propio.

Pensador postmoderno. Casi al final de "El Laberinto de la Soledad" Paz deja entrever su talante postmoderno. No se abre a la trascendencia de la vida humana, del destino de la humanidad. Aunque no lo niega como tal, más bien su obra manifiesta una ilimitada confianza en las posibilidades humanas que, a pesar de las caídas y defectos inherentes a su ser, siempre camina hacia mejor, hacia adelante, hacia el progreso. Su positividad no nace de la conciencia de un más allá o de un mesías redentor, se finca en las posibilidades de lo humano, del hombre que es creado en cuanto se crea a sí mismo en la historia.

Humanidad grande. Encontré en Octavio Paz una humanidad grande, a un gran ser humano. No huye ante las preguntas más agudas sobre el destino y el sentido de la vida, de la historia. Su obra intenta no solo expresarlo sino que busca contribuir, a su manera y con sus medios, al bien del pueblo y de la humanidad. La seriedad de su obra y su propia vida son como una respuesta a una conciencia de una misión a realizar. No a la manera de un mesías o redentor, sino como hombre que aporta al bien de todos.

El laberinto de la soledad y la paradoja de la comunión. Para Paz la soledad es la otra cara de la comunidad. Es laberinto en tanto es búsqueda. El hombre vive en tensión entre estas dos realidades: está solo frente a sí mismo y su destino y solo puede realizar su vida en la comunión con los otros.

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