La apuesta de la decisión



D. Julián Carrón, Pdte. de la Fraternidad
de Comunión y Liberación
...solo si estamos disponibles a seguir el lugar donde esto sucede, donde esta coincidencia entre Misterio y signo sucede, es posible que la vida cambie. Pero de nuevo es necesario que esto no se reduzca a una frase, sino que se convierta en experiencia. 

¿Qué es lo que necesitamos? Mirar así el lugar de nuestra compañía, decidir volver a verle [a Cristo], decidir reconocerle, porque muchas veces la cuestión no es que no esté, sino que nosotros ya hemos decidido de antemano que no está, y por lo tanto no nos cambia. Y este será el drama mientras exista el mundo...

Cristo no resuelve nuestro drama, sino que lo hace más agudo.  Entonces la cuestión fundamental es no reducir el drama    al sentimiento que puede prevalecer en nosotros.                          

"¿Puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré"». La cuestión es si tú estás disponible para reconocer esto, que es lo que quieres: ¿es posible que exista un amor que me ame así? ¡Sí, existe!

Desde que Cristo entró en la historia e introdujo Su presencia... Zaqueo estaba lleno de errores como tú, pero prevaleció una Presencia diferente. Esta es la novedad cristiana. ¿Qué quiere decir? Que entonces tú deseas solamente vivir "con sencillez" delante de algo así. Deja que prevalezca esta sencillez: «Mirar todo tal y como es, y ser por fin yo misma». ¿Cómo se consigue esto? Solo aceptando esta Presencia. Desde ese momento puedes empezar a vivir la tristeza como inicio.

Pero es más fuerte la decisión que todo lo demás. ¡No! Esta es la cuestión: tú no eres el resultado de los factores antecedentes. Tienes la razón y la libertad y puedes usarlas de un modo u otro, porque el bloqueo viene de pensar que estás determinada por el discurrir de las circunstancias. «No soy capaz»: ¡no! Tú decides mirar solo una cosa; de todo lo que hay –¡de todo lo que hay!– decides mirar solo esto. Es una decisión tuya. 

¿Estoy dispuesto a decidir dar crédito a esto por una vez en la vida para ver qué sucede? Esta es tu oportunidad: ¡decide! Porque esta es la grandeza de tu persona, amiga. Ni siquiera Jesús puede obligarte a aceptarle, nadie puede obligarte. Pero Él sigue diciendo: «Aunque tu padre y tu madre te abandonen, Yo no te abandonaré, ¡nunca!».

«¿Quién es Jesús?», es –como dice Giussani– una mirada reveladora de lo humano. ¿En qué se ve quién es Jesús? Que Dios salva todos los factores de lo humano. Este es el signo de la presencia de lo divino en ese hombre, Jesús. Pero para nosotros, que Cristo despierte nuestra humanidad, despierte la nostalgia de Él, no es el signo de la salvación, del hecho de que Cristo es Dios, sino de la condena. ¡¿Os dais cuenta del juicio que damos sobre la nostalgia?! 

Jesús, que ha venido para despertar lo humano, lo percibimos como lo contrario de lo que es, es decir, como algo que nos escandaliza y que odiamos. ¿Por qué sucede esto? Porque se parte de una imagen y no de la experiencia.

Pero en nosotros, en nuestra imaginación colectiva, se ha instaurado la idea de que la modalidad de la respuesta de Cristo tiene que coincidir con la eliminación del drama humano. Lo digo con una comparación: es como si el matrimonio fuese la tumba del amor y el cristianismo la tumba del deseo. Si Cristo ha venido para resolver el drama de la vida, entonces para responder tiene que eliminarlo»: esta es nuestra imagen de la salvación. No tener más nostalgia, no desear más, no tener más preguntas.

Si Cristo no salva lo humano sino que lo aplana, ¿qué sentido tiene seguirlo? Esta es la lógica de nuestra forma de pensar, ¡el top! «Ya no puedo más con esta nostalgia, con el deseo, la pregunta» ¿Por qué sucede? Porque nosotros, en vez de estar en la experiencia, identificamos la realidad con nuestra imaginación. Pero la vida es realmente interesante: cuando uno se enamora (por poner el ejemplo más evidente), ¡se 8  despierta todo el deseo!

Por eso, si nosotros no reflexionamos sobre la experiencia que vivimos, nos exponemos a decir cosas que en vez de abrirnos el camino nos lo cierran (aunque pensemos que estamos diciendo algo maravilloso). Precisamente porque Cristo está presente y despierta mi pregunta, la abraza; la abraza, no la deja como antes, pero no la apaga, para que Él pueda interesarnos cada vez más.

¿Cómo quedarnos en lo que es verdaderamente esencial? Participando en un lugar donde vuelve a suceder constantemente esta invitación a comparar, a un trabajo sobre nosotros mismos y lo que despierta constantemente la conciencia de lo esencial. Y para esto son decisivos los gestos, porque nuestra compañía, el lugar geométrico–como describe don Giussani– donde Cristo sucede, está contantemente lleno de gestos, como el de la Recogida de alimentos.

...o seguimos nuestra fantasía o seguimos la modalidad con la que el Misterio nos llama a través de los gestos que se nos proponen. Y cada uno ... podrá verificar qué ha sucedido. 

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