LIBRES del RESULTADO

¿Qué es lo que define el valor de nuestras acciones y el valor de nuestra vida? ¿Es mejor dar primacía a "lograr los resultados a toda costa"? ¿Son los resultados el criterio que define el éxito de nuestra vida?

Vivimos en una sociedad que privilegia el logro de los resultados. Basta echar una mirada al mundo empresarial y laboral para darse cuenta de ello. La escuela tampoco se queda atrás y, ni siquiera la familia es ajena a esta mentalidad. Existen muchos métodos que nos ayudan a evaluar el cumplimiento de nuestras metas, el logro de nuestros resultados o el cumplimiento de nuestras promesas. Me viene a la memoria el caso de la agenda de Covey para las personas "altamente exitosas", el método Canvas para evaluar el desempeño de una empresa y la encuesta enlace para medir el desempeño de alumnos y docentes.

El resultado se entiende como efecto y consecuencia final de un hecho, operación y deliberación. En este sentido el resultado es una consecuencia determinada ya por aquellos hechos, actos y decisiones que le preceden. Y esta confianza en que los resultados deberán darse si se sigue usa el método correcto, si se hacen las cosas adecuadas y si se toman las elecciones pertinentes es como un axioma o dogma de nuestra mentalidad. Por ello podemos "exigir" los resultados pues éstos se dan de manera inevitables si se hace lo correcto.

Cuando la realidad contradice los resultados, es decir, cuando no se dan pese haber hecho lo correcto o cuando se dan sin haber hecho el camino previamente determinado, es cuando se introduce dentro de nuestra vida un factor que está presente pero que no se había considerado. Un factor capaz de determinar el logro o la incapacidad para lograr los resultados deseados. Y esto nos descoloca porque nos quita el control sobre los resultados pues, según nuestra mentalidad, deberían darse los resultados de manera automática si se hicieron las cosas correctas.

La tradición cristiana a llamado Providencia a este factor que determina los resultados. El catecismo la define como el cuidado amoroso que Dios tiene de sus creaturas. Algunas vez escuché que Einstein dijo que la suerte es la manera en que la providencia mantiene el anonimato, sea esta frase del Gran Físico o no, creo que explicita de una manera elocuente la forma en que se dan los resultados en nuestras vidas. Cuidando de no renunciar a nuestra responsabilidad frente a nuestra existencia, creo que la fe en la Providencia de Dios nos permite vivir libres de los resultados y más bien pendientes de lo que se nos da a cada momento.

La audacia en la vida nace de esta libertad frente a los resultados pues podemos intentarlo todo porque lo esperamos todo. Si existe algo o Alguien más grande que nosotros y que es capaz de actuar en nuestra vida para lograr o no los resultados que deseamos y nos proponemos y si este algo o Alguien es Bueno, podemos suponer que los resultados que logramos son aquellos que más nos convienen en función de un Bien mayor, en función de nuestro destino, es decir, en razón e la totalidad de nuestra vida.

Sin negar el misterio del mal presente en el mundo y en nuestra vida, la existencia de la Providencia nos permite asumir un compromiso liberador frente a nuestra vida, la de los demás y los problemas de la humanidad, confiados en que los resultados se darán si Dios quiere, cuando y como Dios quiera. 


Comentarios

  1. La Providencia, Provee, me decía Sor Auxi, y si que tenía razón, excelentes pensamientos mi querido José Antonio.

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