Lo que está en juego
¿Qué es lo que está en
juego en las elecciones del 2 de junio de 2024? ¿Claudia o Xóchitl? ¿Fuerza y
Corazón por México o Sigamos Haciendo Historia?
Como cada elección presidencial, los spots y los expertos nos dicen que "esta es una elección sin precedentes", "la más importante de los últimos años", que "tenemos una cita con la historia".
Todos los candidatos, afines y
simpatizantes nos prometen el sol, la luna y las estrellas: ahora sí va a
cambiar el país, dejaremos atrás la corrupción y la impunidad, ya no habrá
pobres, tendremos el mejor servicio de salud del mundo, habrá oportunidades
para todos, viviremos en un país seguro, sin violencia, sin desaparecidos, sin
crimen organizado, en fin, viviremos en un "mundo feliz".
Pero más allá de estas promesas
y estos buenos deseos, cosas que todos queremos y en las que todos estamos de
acuerdo, e independientemente de qué coalición, partido o candidato sea el ganador, ¿hay algo que podamos, razonablemente esperar? ¿cuál podría ser
nuestra participación en la construcción de este mejor país que todos queremos?
¿tenemos que conformarnos con elegir de los males el menor y de los candidatos
al menos peor?
Porque, sea cual sea el
resultado el 2 de junio, al día siguiente tendremos que ir a trabajar o ir a la
escuela, el sol seguirá saliendo por el oriente y se pondrá por el poniente,
los efectos del cambio climático seguirán amenazándonos, los criminales seguirán
delinquiendo, robando y matando, los enfermos tendrán que seguir sus
tratamientos y, aparentemente, nada habrá cambiado y el cambio deseado, se nos
repetirá, razonablemente, será progresivo; pero también se nos dirá que que por fin vamos en el camino
correcto, que ya tenemos rumbo definido, que ya sabemos a dónde queremos llegar
y eso, es llevar la mitad del camino andado, que por fin los mexicanos vamos en
el camino de la unidad, la paz, el progreso, la fraternidad, dejando atrás la polarización, la mezquindad y los arreglos en lo oscurito.
Me parece que, aunque las dos
coaliciones que se disputan el gobierno del país, el control de las cámaras de
diputados y senadores, gubernaturas, presidencias municipales, regidurías y
diputaciones locales y, miles de millones de pesos para ejercer, tengan
marcadas diferencias en la manera como pretenden alcanzar esos objetivos que
todos anhelamos, no está claro cuál opción sea mejor que la otra, cuál camino
nos lleva a la meta y cual nos dejará a medias o de plano nos llevará a la
ruina. Y esta falta de claridad, me parece, es inexorable, no se puede eliminar
toda vez que nadie puede pretender, en su sano juicio y salvo que quiera
engañar o auto engañarse, que sólo él tiene la razón, que sólo él sabe cómo
llegar a la meta.
Así que la decisión que
tendremos que tomar al momento de ejercer nuestro voto tiene un cierto
ingrediente de incertidumbre, es más un acto de confianza, un acto fe en quien
nos parece sea el más digno de recibir nuestro apoyo y en quien ponemos nuestras
esperanzas.
Dice Giussani que las fuerzas
que mueven la historia son las mismas que mueven el corazón de la persona,
haciendo hincapié en que es la persona la que cambia la historia, la que hace
la historia, no las instituciones por sí mismas, ni los gobiernos por sí
mismos. Son las personas que encarnan las instituciones y los gobiernos, que
hacen suyos principios y valores, que asumen como propias las necesidades de
los demás, quienes pueden y de hecho cambian la historia. Unos de manera más
influyente que otros, pero al fin de cuentas, todos hacemos historia con
nuestras elecciones, decisiones, trabajos, esfuerzos, sacrificios, gozos y
alegrías.
Así que me atrevo a decir que
lo más importante que está en juego en estas elecciones somos cada uno de
nosotros, todos nos la tenemos que jugar en estas elecciones, todos tendremos
que arriesgar con nuestro voto en favor de uno o de otro candidato, partido o
coalición. Y de la misma manera que tendremos que ponernos en juego para votar,
tendremos que ponernos en juego para asumir las consecuencias de nuestras
decisiones y elecciones, cada uno desde su trinchera, desde la propia
responsabilidad, sabiendo que todos somos constructores de nuestro destino
personal y común.
¡Ojalá estas elecciones sean la
ocasión para despertar nuestro yo, para mover nuestra persona, para sacudirnos
la comodidad, la indiferencia y la apatía, para aceptar nuestros errores y corregirlos, para ver al otro como hermano y no como enemigo, para dejar de culpar a otros y asumir nuestra responsabilidad, para volvernos protagonistas de
nuestra propia historia y la de nuestro país!
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