¿Epoca de cambio o cambio de época?

La justificación por la fe. En una entrevista que le hicieron a Papa emérito Bendicto XVI, sobre el tema de la necesidad de la fe para la salvación, respondió que hasta antes del Concilio Vaticano II la convicción de la Iglesia era que la fe es indispensable para que el hombre se salve y esto explica el ímpetu misionero de la cristiandad, sobre todo al descubrirse América y todos los pueblos que la habitaban. Sin embargo, prosigue el Papa Benedicto, esta convicción ha sido definitivamente abandonada por la Iglesia a partir de Concilio al reconocer que Dios salva al hombre por caminos distintos.

Lo tremendo de estas afirmaciones son que las dice un Papa y que, como él mismo dice, nos plantea un cambio de mentalidad de 180 grados. Si la fe no es necesaria para la salvación, y por tanto el bautismo y la pertenencia a la Iglesia, ¿cuál es la utilidad de la fe o cuál es su necesidad? ¿Cuál es su conveniencia para quienes ya somos bautizados? Si podemos salvarnos sin la fe y el camino que ella exige, ¿no es sería mejor quedarse sin fe y que Dios nos salve por otros medios?

En la entrevista el Papa responde que este hecho, este avance teológico, como lo denomina, es todo un reto para nosotros cristianos del siglo XXI y al mismo tiempo una oportunidad para ir a lo esencial de la fe, es decir, al encuentro con Cristo como realidad humana que se hace visible, palpable y experimentable en nuestra vida y de esta forma cambia y da cumplimiento a nuestra existencia. Y esto exige la verificación en la experiencia, en la vida, en lo cotidiano, de este plus, de esta gracia o ganancia que la fe no da. No como un elemento de superioridad, sino como una gracia que conlleva una tarea, experimentar y llevar a los demás esta “buena nueva existencial experimentable”.

La cristiandad ya no existe. Para rematar, el Papa Francisco, en su discurso al recibir el premio Carlo Magno, insistió en la idea que ha venido diciendo, que vivimos no una “época de cambio”, sino un “cambio de época” que implica que ya no se puede vivir con los referentes anteriores, que los valores, principios, tradiciones, modos de vida que antes eran socialmente aceptados por la mayoría ahora son cuestionados y dejados atrás, que nos encontramos en un mundo que ya no es de matriz cristiana, es decir, “parido por otra madre”, distinto, que entiende las cosas de otra forma, que se expresa de otra forma, que vive de otra forma, que tiene otra visión de la vida y de la realidad distinta, que tiene un nuevo lenguaje y para el cual las palabras tiene ahora otro significado. Y, como el Papa Benedicto, el Papa Francisco ve en esto más una oportunidad, una gracia, un don, que una catástrofe o el fracaso de la cristiandad o de la cultura cristiana o del reino de Cristo.

Este nuevo mundo de una matriz cultural distinta “necesita” a Cristo no como imposición de una fe o una moral o una tradición que salve lo poco que queda, sino como la respuesta satisfactoria y completa al anhelo de libertad, felicidad, paz y realización de todo hombre. Esta es nuestra oportunidad y nuestra tarea, no reestablecer el reinado social de cristo en la tierra, sino la de ser testigos, humildes, “de uno a uno”, para todos los hombres con los que nos topamos.

Por tanto “la forma del testimonio” ya no es la misma, es otra, como la de los primeros cristianos, “miren cómo se aman”, sin la pretensión de volver, sino con la audacia de ir hacia adelante.

Un poco de experiencias. Todo esto que me conmovió y sacudió al leerlo y corroborar que era dicho por los Papas Benedicto y Francisco me ha puesto en crisis en el sentido de que agudizó mis conciencia y percepción de la novedad que implica la fe.

Frente a la mentalidad común y dominante, afirmar el valor de la persona, del no nacido y el anciano, es una novedad, no una batalla por ganar. Frente al deseo consumista y la sed de dinero, la austeridad y la solidaridad de dar y darse, es una novedad y no una política social. Frente a mis alumnos que no tiene claro por qué vale la pena casarse, tener hijos y ser fiel a la mujer o el marido, la experiencia de familia “normal” no perfecta que se ama y se ayuda, es una novedad. Frente a los miles de consejeros, couches de todo tipo, orientadores, psicólogos, terapias, métodos de sanación y en fin, afirmar la conveniencia y utilidad de la confesión y la comunión, de la oración y el examen de conciencia, es una novedad.


Y el gran problema y el gran reto es que esta novedad sea experiencia, porque si no lo es, son solo palabras que se las lleva el viento, bonitas, inspiradores o incluso “divinas”, pero que no sirven para la vida. El reto es hacer experiencia de la fe en la vida.

Referencias: la entrevista a Benedicto XVI se puede leer en http://www.revistahuellas.org/?id=266&id2=193&id_n=8067.  La referencia al discurso del Papa Francisco se puede ver en http://it.clonline.org/articoli-dalla-stampa/default.asp?id=440&id_n=22061 y en http://www.meetingrimini.org/default.asp?id=904&item=6593 se puede ver la ponencia del autor del artículo en el meeting de rimini.

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