La DINÁMICA del DESEO
Lo quiero todo y lo quiero ahora. En una clase pregunté: "¿quién quiere irse al cielo?" y la mitad o menos alzo la mano. Luego pregunté: "¿quién quiere ser feliz ahora?" y todos levantaron la mano. Después pregunté: "¿qué es lo que MÁS deseas?" y solo dos levantaron la mano para contestar. Uno respondió: "terminar la carrera" y otro "ser feliz". Y luego insistí: "¿qué o quién es lo que nos hace feliz?" y obtuve por respuesta: "lograr mis metas y objetivos" y "tener éxito". Este pequeño interrogatorio me permitió darme cuenta de que efectivamente todos deseamos ser felices ahora pero que la mayoría no identificamos aquello que nos puede hacer felices.
Partir de mi deseo es partir de mi necesidad. El deseo de felicidad inscrito en nuestro ser es la otra cara de la moneda de la necesidad. Deseamos lo que no poseemos o que no poseemos en plenitud. No es una necesidad sólo como carencia o falta de algo, sino una necesidad de ser, de plenitud, de satisfacción. Por ello la conciencia de mi necesidad es la conciencia de mi deseo. Al descubrir mi necesidad de afecto, de alimento, de realización, de amistad descubro que no me basto a mí mismo, que necesito de otros y otras cosas para completarme, para dar cumplimiento a mi persona. Es algo grande poder mirar a la cara mi necesidad, sin tapujos ni miedos ni resentimientos. Es como la catapulta que me lanza a desearlo todo.
La gran aliada: la realidad. Si el deseo nace de mi necesidad, es la realidad la que me permite reconocerla. Las circunstancias de la vida, las vicisitudes, me despiertan, me provocan. En palabras de un alumno, "son los problemas concretos de la vida los que nos despiertan". Tomar conciencia de las cosas, de los demás, de mí mismo, de mi necesidad y deseo, es posible porque todas las cosas, todas las personas, todos los acontecimientos en cuanto que son, que existen, se me presentan como un bien, como algo apetecible, incluso los más tristes y oscuros. Es como si todas las cosas, parafraseando a San Agustín, nos gritarán, "tómanos, aquí estamos".
Con la fuerza de la razón. La capacidad para mirar la realidad y tomar conciencia de ella en todos sus factores es la razón. Así entendida se puede identificar con el corazón, es decir, con el centro de nuestro ser, como aquello que nos determina. Es el corazón, ese núcleo de exigencias y deseos, el que permite a la razón ser razonable, verificar que la realidad es adecuada a nuestros anhelos, que las cosas satisfacen nuestra ansia de plenitud. Esta verificación existencial de la positividad de todas las cosas es la experiencia de satisfacción que es un juicio que nos permite tomar conciencia de la correspondencia de nuestro deseo con la realidad.
Lo quiero todo, ¡ahora!. La canción de Queen "I want it all" es como un grito de este deseo, desesperado porque no identifica aquello que lo puede satisfacer y que pretende su realización mediante un plan. Es una herida que pide curación, es el anhelo de que la promesa que encierra la vida se cumpla, ¡ahora!. Y se cumple solo si aquello que lo cumple está presente ahora para nosotros.
Comentarios
Publicar un comentario