AMAR demasiado
Donde está tu tesoro, está tu corazón.
Hablar del amor es entrar en un terreno pantanoso, máxime si se pretende ofrecer una definición, digamos, "definitiva" porque muy fácilmente se nos argumentará que en estas cosas, las del amor, cada uno tiene su propia opinión y ésta es válida para cada uno. Difícilmente aceptaremos que en estos temas nos impongan un criterio, al menos de manera explícita.
El amor es lo más importante. Creo, sin embargo, que muchos estarán de acuerdo, aunque sea muy en el fondo y con sus precisiones, que para toda persona el amor, es decir, saberse amado y amar, es lo más importante. No nos basta una definición, no nos bastan las experiencias de otros, necesitamos saber en acto, es decir, por experiencia propia, lo que es ser amado y amar. Hasta ahora, a mis cincuenta, no conozco a nadie que no quiera que lo quieran, ni alguno que no diga que amar algo o a alguien, lo hace feliz.
La experiencia de ser amado. Para un gran número de personas, cuando se nos pregunta sobre nuestra experiencia de ser amados, evocamos inmediatamente y de manera casi instantánea nuestra niñez, la relación con nuestros padres, el afecto de los hermanos y amigos. Siempre, en esta experiencia de ser amado pareciera que nos remontamos a las relaciones más básicas y fundamentales, las de la familia. Quienes hemos tenido la dicha de sabernos y sentirnos amados en nuestra familia, reconocemos el bien que ha significado para nuestra vida.
Amar es entregarse. Recuerdo muy bien una plática que el Padre Chinchachoma dió en el salón de conferencias de la Iglesia de Huexotitla donde narró su experiencia con los niños de la calle, algunos de ellos presentes en la plática. Su vida de entrega a esos niños lo llevó a la cárcel, le acarreó incomprensiones de parte del Arzobispo Don Rosendo Huesca y de algunos de sus hermanos de los Padres Escolapios. Mucha gente lo criticó y sufrió todo tipo de persecuciones de parte de los "malosos" por liberar a niños y mujeres de la esclavitud de la calle, de la prostitución, de la explotación laboral. Pues bien, el Padre Chinchachoma explicaba lo que es el amor cantando "Amar es entregarse, olvidándose de sí, haciendo lo que al otro, pueda hacer feliz."
La dicha de amar. Dice San Pablo en la Carta a los Corintios que el que ama es paciente, servicial, no es envidioso, no alardea, no es vanidoso, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no es injusto, no se irrita, perdona, se alegra con la verdad, todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. Un hombre así es dichoso, feliz, libre frente a cualquier circunstancia y antes cualquier persona, capaz de abraszar a todos porque es abrazado por Dios. El que ama lo hace por una sobreabundancia del amor que recibe.
La plenitud del amor. El amor es pleno cuando es capaz de abrazar a todos y abrazarlo todo, nada queda fuera de su ámbito. Como una madre que ama a todos sus hijos. Y el amor es pleno cuando llega al extremo, es decir a la máxima entrega y donación que es dar la vida por el bien de quien se ama. Así se realiza nuestra persona totalmente, dándose, entregándose, donándose, comunicándose totalmente, sin reservas, sin medida. La plenitud del amor es no tener medida.
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