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Mostrando entradas de abril, 2020

La virtud del buen humor

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Al momento de subir al patíbulo para que le cortarán la cabeza, Santo Tomás Moro se dirigió al verdugo y le pidió le ayudará a subir, porque para bajar, "yo solo me las apaño". El buen humor es tan necesario en la vida como el agua para los peces, sin humor uno se muere de amargura. Más en tiempos de dificultad.  El buen humor como un estado de alegría o buena disposición llega a ser tan necesario que se convierte en virtud, la eutrapelía que el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define como "broma amable", "virtud que modera el exceso de las diversiones o entretenimientos", "donaire o jocosidad urbana e inofensiva", "discurso, juego u ocupación inocente, que se toma por vía de recreación honesta con templanza". "Hay tres maneras de perder el dinero en la vida: mujeres, apuestas y la agricultura. Mi padre eligió la más aburrida de las tres" decía San Juan XXIII, Papa. El mal humor, nos vuelve...

La más grande pretensión

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¿Es Dios un factor, una presencia capaz de incidir en la realidad? Si la respuesta es afirmativa, ¿por qué persisten el mal, la enfermedad, el desorden, el egoísmo? Mas bien parece que Dios no cuenta, que no lo podemos tomar en serio para la vida concreta, sino solo como un consuelo para algunos o una fuente de ilusoria esperanza para otros. Bajo esta perspectiva, el hombre está sólo frente a su destino, frente a la inmensa realidad, frente a la buena o mala fortuna. Dejado al vigor de su voluntad indomable y a la agudeza de su inteligencia el hombre se sabe y se concibe sólo dentro de una multitud de soledades. Al final solo hay una vida y cada cual deberá apañárselas por sí mismo, buscando y definiendo el sentido de su propia existencia.  Pero en este drama de soledades nos encontramos unos con otros, compartimos un breve espacio y tiempo, generamos lazos de amistad, de compañerismo, de amor filial, de paternidad, de amor esponsal. Este sentimiento de soledad última nos u...

La compañía necesaria

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¿Qué compañía necesitamos para afrontar la crisis del coronavirus? ¿Cuál es la ayuda más urgente y necesaria para cada uno de nosotros? Mucho se ha dicho sobre la necesidad de afrontar juntos, en compañía, solidariamente, esta crisis. Al menos en los discursos y los editoriales se insiste en vivir estos momentos acompañados, en mirar a los demás, en darnos una mano. Pero, como siempre, el problema está en los hechos. Los discursos, las promesas, las descalificaciones, las acusaciones, los buenos deseos no son suficientes. El que ha perdido el trabajo necesita un empleo. El que ha cerrado el negocio necesita volverlo abrir. El enfermo necesita del médico, de medicinas, de un hospital. La crisis nos rebasa, es tan grande que ya se cuentan por miles los muertos y ya rebasan del millón los contagiados. Inevitablemente seguirá el contagio y las muertes hasta que, pasados los meses, se termine la epidemia. Por tanto, ¿qué clase de compañía es la que necesitamos? ¿Una que nos de consuel...